Narciso se observó de nuevo en el río. Sonreía con expresión bobalicona y satisfecha. La imagen del agua le devolvía el gesto con resignación. Después de algunas horas de completo embelesamiento, el reflejo desapareció harto ya de tanta tontería.
********
La pieza se le había caído junto al lavabo de un hospital. Desde entonces, el hombre puzzle se sentía incompleto.
*******
*******
El maratoniano giró la cabeza extrañado… había perdido su sombra en el kilómetro veinte.
Fantásticas pulgas. Quiero más!!
ResponderEliminarGracias, Inma. He entrado en tu blog para visitarlo y he estado leyendo alguno de tus microrrelatos. Me gustó el del erizo, tengo especial predilección por ellos. Espero coincidir contigo en algún curso en otra ocasión. Un fuerte abrazo y seguimos en contacto. Beatriz.
ResponderEliminar